¿Quién no ha tenido un día de esos que deseas acostarte y pasarlo lo más rápido posible? Éste es el punto de partida de “Alejandro y el terrible, horrible, pésimo, espantoso día”. Para un adulto esta sensación es algo a lo que se enfrenta a menudo y está más que acostumbrado. Pero para un niño, donde todos los días son un desafío constante y no hay momento de infelicidad, enfrentarse a esa sensación puede ser una tarea complicada. Alejandro atraviesa en el mismo día situaciones tan desastrosas y variopintas como que se le moje el jersey, su madre no le ponga postre en el almuerzo o le caiga un chicle en la cabeza. Y eso desde el mismo momento en que se despierta. Alejandro no deja de lamentarse, pero su suerte no cambia. Poco a poco, cuando se enfrente a esta situación varias veces en su vida, su frustración se tornará resignación, y deseará irse a la cama para empezar un nuevo día y esperar que su suerte cambie. Que Judith Viorst sea una autora infantil best-seller no es fruto de la casualidad, y este magnífico cuento es una buena prueba de ello.
Los libros para niños que tratan miedos de la infancia suelen ser bastante apreciados por los padres, ya que los ayudan a educar a su hijo y facilita la tarea de mostrar que esos temores son infundados. Ayudan a tranquilizarlos. Esto es lo que pretende el australiano Terry Denton con su fabuloso “Félix y Alejandro”. El tema principal es el miedo a la oscuridad. Alejandro es un niño que suele pasear cada tarde por el vecindario. Félix es su perro de juguete. Un día, cuando comienza a atardecer, Félix se preocupa porque Alejandro no ha vuelto a casa. Ahí es cuando comienza el valor de este cuento, pues Félix se lanza a la aventura en busca de su compañero. El paseo de Félix es cada vez más angustioso porque la luz del sol se desvanece, y las sombras se hacen largas. El autor sabe captar el temor a la oscuridad dotando de formas a las sombras de las casas, jugando con la luz en cada ilustración. Aunque el cuento cada vez se torna más oscuro, el final es totalmente reconfortante, y es lo que permite que el niño aprenda la moraleja de ser valiente y no asustarse en la oscuridad.