Monica Hughes legó un clásico de la ciencia ficción juvenil con “Crisis en Conshelf Diez”. Publicado en los años 70, curiosamente está ambientado en 2005. La autora se atrevió a trazar un futuro donde había humanos que habían colonizado la Luna. Los colonos quieren adquirir la independencia y para ello envían una misiva a la Organización de las Naciones Unidas solicitando que les concedan la autodeterminación y el autogobierno. Para ello, los colonos envían a Kepler Masterman, un chico que fue la primera persona en nacer en la Luna. Kepler no encaja bien las condiciones del planeta Tierra, y es enviado por seguridad a una colonia subacuática donde viven unos familiares. La aventura se acelera notablemente en este escenario, y Kepler será testigo de tensiones, varios movimientos independentistas, confusión y traiciones. Esta novela es, sin duda, una metáfora de lo que realmente sucedía en nuestro planeta y cuyo punto álgido fue la Guerra Fría, y una bonita iniciación a los relatos futuristas.
El libro infantil “Max”, de Bob Graham, es una buena introducción a los superhéroes para los más pequeños. Ganadora del Premio Nestlé, la historia se centra en un bebé que viene de una larga estirpe de superhéroes. Sus padres son el Capitán Rayo y Doña Trueno, y el pequeño protagonista está destinado a convertirse en un personaje muy recordado. No obstante, las cosas no salen según lo previsto, y Max tiene más dificultades de las esperadas para enseñarse a volar. Otros contratiempos no apagarán el espíritu de Max, y pronto el pequeño aprenderá la senda para convertirse en un superhéroe muy particular. Este cuento, por tanto, habla de cómo encontrar tu lugar en el mundo siendo uno mismo. Bob Graham consigue transmitir estos valores sin pecar de directo o de poco delicado, lo cual le ha reportado un gran éxito comercial. Las ilustraciones del propio Graham recuerdan a los dibujos animados, y le deben mucho a las tiras cómicas sobre superhéroes, hecho que el propio autor ha reconocido en más de una ocasión.
Este libro es realmente una antología poética que supone en sí misma una obra maestra. Michael Rosen ha trabajado como comentarista de radio, como profesor y como poeta, y por ello es bien conocedor de lo que resulta más atractivo para un niño. A este respecto, Rosen ha manifestado que los sonidos sorprenden a cualquier pequeño, de ahí la importancia de las rimas. El autor se sirve de su experiencia para recopilar poemas cortos de todas las épocas y de diferentes temáticas. Algunos recientes, algunos de cosecha propia, y otros de míticos escritores como Robert Louis Stevenson o A.A.Milne. Casi siempre suelen ser estrofas en las que se referencian versos absurdos que arrancarán las carcajadas de los niños. Resulta inevitable incluso que un adulto no sonría con ello. Por supuesto, este poemario está aderezado por las geniales ilustraciones de Bob Graham, repletas de detalles y que interactúan en ocasiones con el texto aportando dinamismo a esta magnífica obra. Un libro infantil imprescindible.
“El cochecito de caballos” es un famoso libro de Graham Greene protagonizado por un coche de caballos, como otros cuentos que tanto gustan a los más pequeños. Aunque Greene escribió para adultos principalmente, esto no le impidió ganarse el reconocimiento de la crítica con este cuento. Además, también transmite la sensación de opresión que sufren clases bajas de la sociedad. La historia se centra en el señor Potter y en su pequeño negocio de barrio, el cual se ve seriamente amenazado cuando instalan al lado unos grandes almacenes. Unos extraños acontecimientos se suceden y el señor Potter intenta ser robado, lo cual es impedido por el coche de caballos y el caballo Brandy, empleados para repartir a domicilio. El final es completamente feliz para Potter, pues los grandes almacenes entran en quiebra y él no pierde su negocio. Dos son las ediciones recordadas de este libro por sus diferentes ilustraciones: la primera, de Dorothy Craigie, y una posterior de Edward Ardizzone.
La historia de “El ratón de la iglesia” pretendía ser la primera de otras muchas en las que se mostraban localizaciones de un pueblo inglés ficticio, Wortlehorpe. A pesar de ello, tuvo tanto éxito, que el resto de historias de la serie también transcurrían en la iglesia y con los mismos protagonistas, Arthur y Sansón, un ratón y un gato, respectivamente. Arthur se desvive para atraer a otros ratones a la iglesia y que vivan tranquilos y lejos de los temibles gatos del pueblo. El tono humorístico es agradable, y las ilustraciones son de estilo casi más victoriano, con mucho detalle. El autor, Graham Oakley, pretendía infundir una profunda moralidad disponiendo como escenario una iglesia y como hilo narrativo un relato de ayuda al prójimo. Las aventuras de Arthur y Sansón entretendrán a los más pequeños.
Los libros de Harry muestran conflictos globales a los que cualquier niño se enfrenta en su infancia. El protagonista es un perro blanco de manchas negras que no le gusta que le bañen. Por ello, entierra el cepillo y se marcha de casa. Cuando Harry se ensucia de verdad en sus peripecias fuera de casa el color de su piel se invierte, siendo negro con manchas blancas. Al volver a casa nadie lo reconoce. Finalmente, desentierra el cepillo porque quiere lo bañen y así se dan cuenta que es Harry de nuevo. Las dificultades de Harry casan a la perfección con los dibujos borrosos de Margaret Bloy Graham, colaboradora eterna de Gene Zion. Además, su mensaje de obediencia consentida es bien recibido por el público más infantil.