“El canto del dragón” es la primera entrega de la trilogía “”The Harper Hall”, de la estadounidense Anne McCaffrey. Estos libros se caracterizan por una curiosa combinación de fantasía clásica con ficción más futurista. El escenario es el planeta Pern, donde unos jinetes de dragones se comunican con sus monturas telepáticamente. Los habitantes de Pern se ven amenazados por las esporas letales de los Thread. Los dragones y sus jinetes deberán enfrentarse a los Thread para salvaguardar la paz de Pern. No obstante, esta trilogía, dentro del universo de Anne McCaffrey, está más centrada en el ámbito musical de Pern. La protagonista es Menolly, una adolescente que se escapa de casa para explorar sus habilidades musicales, y que tiene la suerte de encontrarse con el Arpista Maestro de Pern. Esta novela es sólo una de las tantas para adentrarse en el fascinante universo creado por McCaffrey, y una muestra de la mejor literatura fantástica adolescente.
¿Quién no ha oído nunca hablar de las historias del Rey Arturo? A caballo entre la realidad y la ficción, estas leyendas medievales ambientadas en Inglaterra son posiblemente una de las fuentes de fantasía más importantes de la cultura occidental. Como todo relato folclórico, se constituyó originalmente con la tradición oral y con escritos dispersos, en este caso siendo principalmente la obra de sir Thomas Malory. El genial cuentista Roger Lancelyn Green elaboró una obra unificada y adaptada a un público más infantil, la cual publicó en 1953. El resultado es este “El rey Arturo y sus caballeros de la Tabla Redonda”, de tremendo éxito comercial. En ella se cuenta cómo un niño fruto de un rey y una vasalla es secuestrado y protegido por el mago Merlín. Más adelante, cuando el rey muere y el caos se apodera de Inglaterra, Merlín diseña una treta para conseguir alzar a Arturo como rey de Inglaterra. Y dicha artimaña no es ni más ni menos que la famosa espada en la piedra que el propio Arturo conseguirá extraer y lo proclamará rey.
“El hombre del carro de bueyes” es una oda a la vida rural norteamericana del siglo XIX. En esta historia se describe el devenir de una familia en la que padres e hijos trabajan con tal de salir adelante. La importancia de respetar los ciclos de cultivo, las labores del campo y el autoabastecimiento sirven para mostrar cómo nuestros antepasados vivían anclados en una rutina de supervivencia sin dejar de tener una vida satisfactoria. Aunque a priori esto no parezca divertido, a los niños les encanta adivinar qué va a pasar a continuación, en la siguiente estación del año. La previsibilidad del argumento les hará sonreír cada vez que lo adivinen. Además, simultáneamente se les inculcan valores de trabajo, convivencia y esfuerzo. El autor Donald Hall se inspiró en un poema propio para desarrollar esta historia, y se asoció con la artista Barbara Cooney para incorporar ilustraciones sencillas pero cargadas de información.