“Caperucita en Manhattan”es un potente homenaje a diversos cuentos tradicionales de la historia de la literatura infantil. Su autora, Carmen Martín Gaite, ya había mostrado su capacidad para unir universos y poner al servicio del lector una mezcla de géneros atractiva y clásica a la vez. Sin perder los valores de las obras originales, esta novela nos cuenta cómo Sara Allen se embarca en un trayecto desde Brooklyn a Manhattan para visitar a su abuela, a quien lleva una tarta de fresa. Los personajes con los que se encuentra son versiones modernas del lobo o del hada madrina, e incluso el giro final es una réplica al inicio de “Alicia en el País de las Maravillas”. El valor de la obra tuvo su recompensa al recibir el Premio Nacional de las Letras de España. La consagración infantil de Martín Gaite es una lectura obligada que también ha gozado de un notable éxito comercial.
Aunque los protagonistas de la historia creada por Martin Waddell y Barbara Firth son osos, perfectamente podrían ser personas, pues se muestra una relación padre-hijo conmovedora. El osito no puede dormir porque tiene mucho miedo a la oscuridad de la cueva en la que se refugian. Papá oso intenta tranquilizarlo trayendo cada vez candiles y luces que aportan más iluminación, pero el osito sigue teniendo miedo. El padre se desvela por hacer a su hijo sentirse protegido y no desespera en ningún momento. Cuando parece que no hay solución, ambos deciden salir juntos de la cueva, y el padre le dice que para iluminarle le ha traído la luna, hermosa en ese momento. Además de la relación entre un padre y su hijo, uno de los temas más interesantes tratados en “¿No duermes, osito?” es cómo los niños confían ciegamente en los adultos, especialmente en sus padres, y la importancia durante la infancia de sentirse correspondido y protegido en este sentido. Por tanto, también tiene un mensaje moral para los padres.
La obra de Bill Martin Jr.se inició con este best-seller. “Oso pardo, oso pardo, ¿qué ves?” ha vendido más de 6 millones de ejemplares, sobre todo gracias al impulso que le dio el renombrado ilustrador Eric Carle. Los dibujos de Carle son luminosas y llenas de color, y están formados por collage, seda y pintura. La sencillez del lenguaje de Martin y su ritmo poético atraen al niño a pasar una página tras otra. Y eso que la premisa del libro es muy simple: un animal se da cuenta que otro lo observa, y en la siguiente la página se repite este patrón. Los niños intentan adivinar qué es lo que ve cada animal, y de esta forma se aprenden sus nombres. Didáctica y diversión en estado puro.