El ilustrador alemán Quint Buchholz creó este cuento como lectura de cama con una tremenda intención para mandar al niño a dormir. El protagonista es un osito que se encuentra nervioso y no suficientemente cansado, y por tanto no quiere marchar a la cama, a pesar de que sabe que es hora de ello. El texto recoge los pensamientos del osito, y es uno de los puntos fuertes de la historia. Buchholz dota a sus versos de un ritmo que transmiten cansancio, sensación de letargo y ganas de acostarse. El autor es sobro todo dibujante, por lo que también se sirve de su gran habilidad para mostrar imágenes de colores cálidos y tenues, con sensación de apagado, y definitivamente nocturnas. Para ello Buchholz emplea la técnica del puntillismo, lo cual dota de cierto realismo a cada estampa. El osito, en sus divagaciones, recordará lo bien que lo ha pasado durante el día y sabrá que si al día siguiente quiere disfrutar igual, debe descansar. Se trata de un cuento imprescindible para contar antes de dormir.