Las sensaciones que transmite la lectura de “Ben, el oso dócil” deben ser experimentadas por cualquier joven lector. El escenario de la novela es la costa de Alaska y la vida en un pueblo donde todos subsisten gracias a la pesca de salmón. El protagonista es Mark Wedloe, un niño que se hace amigo de un oso pardo llamado Ben, quien lleva varios años viviendo en cautividad. Dadas las tragedias que ha sufrido la familia Wedloe, los padres de Mark aceptan que su hijo tenga por amigo a un oso. Ambos colegas se encargan de demostrar que son inseparables. Sin embargo, en un cierto punto, Ben se las tiene que ver con su anterior dueño, y se defiende atacándolo. Esto hará que el pueblo entero decida enviar a Ben a una isla, aunque sufre un accidente en el barco antes de su llegada. Mucho más adelante, Ben y Mark se reencontrarán y volverán a experimentar la camaradería de antaño, y ambos volverán a ser felices. Se trata de un espléndido relato donde Walt Morey describe situaciones reales y entornos naturales a la vez que da profundidad a su historia.
El ilustrador alemán Quint Buchholz creó este cuento como lectura de cama con una tremenda intención para mandar al niño a dormir. El protagonista es un osito que se encuentra nervioso y no suficientemente cansado, y por tanto no quiere marchar a la cama, a pesar de que sabe que es hora de ello. El texto recoge los pensamientos del osito, y es uno de los puntos fuertes de la historia. Buchholz dota a sus versos de un ritmo que transmiten cansancio, sensación de letargo y ganas de acostarse. El autor es sobro todo dibujante, por lo que también se sirve de su gran habilidad para mostrar imágenes de colores cálidos y tenues, con sensación de apagado, y definitivamente nocturnas. Para ello Buchholz emplea la técnica del puntillismo, lo cual dota de cierto realismo a cada estampa. El osito, en sus divagaciones, recordará lo bien que lo ha pasado durante el día y sabrá que si al día siguiente quiere disfrutar igual, debe descansar. Se trata de un cuento imprescindible para contar antes de dormir.
La serie de cuentos sobre “El viejo oso”, de Jane Hissey, tiene una temática que puede asemejarse a la de las célebres películas de la saga “Toy Story”. El protagonista es un antiguo peluche oso que está olvidado por su dueño en el desván. Para que no esté solo, el resto de juguetes idean un plan con el fin de llevar al viejo oso a la habitación. Al final lo consiguen, y entonces todos empiezan a disfrutar de su compañía. Las actividades de los juguetes son como las que cualquier pandilla de niños podría llevar a cabo, y eso les gustará a los más pequeños y les ayudará a identificarse. No hay lugar a la tristeza en esta serie de libros, pero sí para las situaciones disparatadas. Las ilustraciones son a lápiz y coloreadas, de textura profundamente marcada. Se trata de un universo por descubrir para los más pequeños y en el que, una vez dentro, no querrán salir de él.
Los cuentos de “Yo soy el oso” se inician con esta primera entrega en la que se nos presenta a los tres protagonistas: el niño, el perro y el oso de peluche Fred. Este último es tirado a la basura por el perro, y el niño mueve cielo y tierra en búsqueda de su querido peluche. Al final, logran encontrarlo en el vertedero. Aunque parece que Fred inicialmente se enfade y que la relación se deteriore, más adelante siguen compartiendo todos vivencias y la historia te deja un buen sabor de boca. Todo aderezado por las rimas, muy fáciles de aprender, de Sarah Hayes, y las cálidas y reflexivas ilustraciones de la célebre Helen Craig. Sus dibujos suelen incluir bocadillos en los que vemos qué piensa cada uno de los personajes. Se trata de una historia infantil estándar de las que suelen gustar a todos y una de las tantas que tienen como protagonista a un osito de peluche.