La serie sobre Harold se inició con este libro, “Harold y el lápiz de color morado”, el cual es probablemente el mejor. Se trata de una historia en la que una idea muy sencilla pero potente dirige toda la trama. Harold tiene una cera de color morado que materializa todo lo que dibuja. El niño se dibuja caminos, bosques, océanos, peces, globos y un sinfín de formas que surgen de su propia imaginación. Las ilustraciones, del propio Crockett Johnson, recalcan el color que le da nombre al libro, lo cual lo hace un ejemplar muy característico. Los pequeños lectores quedarán prendados de ellas así como del carácter del propio Harold. Su imaginación es el motor del argumento, y eso animará a los niños a despertar su mente. Todo envuelto en una atmósfera de inocencia y ausencia total de malas intenciones. Johnson también se permite introducir ideas como el papel de la imaginación en nuestra percepción de la realidad, enlazándolo con las ilusiones y temores que se tienen cuando eres un niño.
Nunca una idea tan simplista tuvo tanto éxito. Los protagonistas de este cuento son dos sencillas manchas redondeadas, una amarilla y otra azul. Ambas son muy amigas, son vecinos, pasan el día en el colegio juntos, etc. Por la tarde, tras haberse perdido una de otra, se abrazan de alegría y ambas se funden en una única mancha verde. Al separarse para volver a casa, sus padres no las reconocen por el cambio de color. Finalmente, recobran su apariencia original. Leo Lionni tuvo esta original idea para introducir el concepto de color entre los más pequeños, además de que innovó con la técnica del collage de papel cortado. La sencillez de la obra la acerca más a los niños.