Si te gustan las historias ambientadas en la Inglaterra de siglos previos, “El fardo de lana” es un buen ejemplo. Centrada a finales del siglo XV, en la época de los Tudor, esta novela de Cynthia Harnett describe el mundo del comercio de la lana y es un vivo relato de las diferencias sociales de la época. El protagonista es Nicholas Fetterlock, hijo de un mercader de lana y con cierta vena de comerciante. Esta vena le hace sospechar que los mercaderes florentinos juegan sucio con los mercaderes ingleses. Su padre, no obstante, sólo se preocupa de que el hijo se junte con una hija de un fabricante de paños. Al crecer, Nicholas, junto a Cecily y Hal, se enfrentan a los representantes de los florentinos en su defensa del comercio del paño inglés. Aunque a priori no asemeje una trama intrigante, en ciertas fases se alcanzan dosis de misterio que, unidas a la representación del final de la Inglaterra medieval, convierten a “El fardo de lana” en un relato imprescindible de la novela histórica juvenil.
Las ilustraciones de “Un wombat de lana”, de Kerry Argent, son un punto a favor de este genial libro infantil australiano. Están repletas de detalles y color, efectuadas a lápiz y acuarelas. Por ellas desfilan variopintos animales de la fauna del país austral, como wobats, koalas, canguros, echidnas y ornitorrincos. Se trata de una perfecta aproximación a esta tierra tan fascinante, todo con una historia como trasfondo. Los animales citados se comportan como si fueran humanos, como si realizaran actividades propias de la sociedad australiana. Y saben disfrutarlas. Toman el sol, bailan, cocinan, y se bañan, entre otras cosas. En conjunto, se trata de un cuento muy didáctico, tanto porque te acerca a una cultura distante, como porque te enseña animales e incluso conceptos como los colores y los números. Se trata de un paradigma de libro digno de ser leído en voz alta al tiempo que uno se deleita con sus dibujos.