“El niño aguacate” es a la vez un relato surrealista pero moralizante. Lo imposible de la trama lo convierten además en una historia muy cómica. El protagonista es el bebé recién nacido de la familia Hargreaves. Todos los miembros de esta familia están bastante delgados y son de complexión débil. Los padres, por ello, tienen miedo de que su nuevo hijo sea así. Entonces se obsesionan con alimentarlo bien, lo cual resulta contraproducente porque el bebé empieza a rechazar la comida. El punto de inflexión llega cuando le dan un aguacate y el bebé adquiere una fuera sobrenatural. Como consecuencia, empieza a llevar a cabo acciones típicas de una adulto musculado: mover coches, desplazar muebles, ahuyentar malhechores, etc. El señor Hargreaves se ve obligado a advertir al vecindario de que tiene un bebé forzudo. Como en otros libros, John Burningham muestra su habilidad para el texto cómico complementado con ilustraciones graciosas del bebé poniendo a prueba su poderío.
Los cuentos de Leo y Popi discurren a través de situaciones cotidianas que para el protagonista suponen pequeñas aventuras. Leo es un niño que tiene un mono de peluche llamado Popi. Como todo peluche, Popi carece de movimiento alguno, pero ante el lector se muestra como un mono real a causa de que cobra vida gracias a la imaginación de Leo. Esta serie de cuentos ha acompañado a niños de todo el mundo durante décadas, especialmente en Francia e Inglaterra. Helen Oxenbury es la encargada de ilustrar con sus característicos tonos pastel y la ausencia de fondo, lo que hace que los detalles sean más vívidos. El principal mensaje es cómo la imaginación de un niño puede llevarle a creer cosas que no son reales como ciertas, y lo feliz que puede ser gracias a ello. Todo ello derrochando inocencia y calidez, y un lector infantil verá a Popi como un amigo suyo más. Todo un clásico de los cuentos infantiles de niños y peluches.
Este es un cuento didáctico sobre aprender algo muy específico: quitarse la ropa para ir a darse un baño. Sólo muestra dos personajes, un niño y un conejo. El esquema es muy sencillo, a un lado de la doble página sale el conejo cogiendo la ropa que se quita el niño y al otro salen las prendas que se van acumulando. Por tanto, el conejo se comporta como si fuera el padre y responsable del niño, aunque no es para nada serio, sino que se divierten juntos. Las ilustraciones son características de la escuela sueca, ya que Lena Anderson aprendió de los grandes autores de su país. Posteriormente aparecieron otros libros de la serie del conejito.