Raymond Briggs siempre ha sabido explotar en sus libros personajes concretos que calan entre los lectores más pequeños. Mientras que su célebre Papá Noel repartía regalos que ilusionaban a los niños, Fungus el coco (o Bogeyman en su versión original) aporta cosas que todos los demás repelen. Este ser es sucio y viene de los infiernos para llevar a la ciudad olores, estiércol y podredumbre. Fungus no entiende por qué todo aquello que lleva a los humanos los ofende, y no se siente querido. Pero Fungus no es tan diferente de cualquier humano, pues dentro de su ideología vive como mejor puede, tiene una familia a la que adora y se entretiene como cualquier otro ser. Además, incluso muestra un cierto refinamiento por la poesía. Este carismático personaje impactó en los años 70 en Inglaterra y pronto se convirtió en un libro de culto, y sirvió a muchos niños y adolescentes para reivindicar sus valores de libertad y falta de preocupación.
Los libros de Harry muestran conflictos globales a los que cualquier niño se enfrenta en su infancia. El protagonista es un perro blanco de manchas negras que no le gusta que le bañen. Por ello, entierra el cepillo y se marcha de casa. Cuando Harry se ensucia de verdad en sus peripecias fuera de casa el color de su piel se invierte, siendo negro con manchas blancas. Al volver a casa nadie lo reconoce. Finalmente, desentierra el cepillo porque quiere lo bañen y así se dan cuenta que es Harry de nuevo. Las dificultades de Harry casan a la perfección con los dibujos borrosos de Margaret Bloy Graham, colaboradora eterna de Gene Zion. Además, su mensaje de obediencia consentida es bien recibido por el público más infantil.