¿Cómo es posible que, pudiendo decidir, no haya camino exento de tristezas? Esta cuestión podría ser la base de “Alem Kelo, refugiado”, novela ganadora del Portsmouth Book Award en 2002. Benjamin Zephaniah trasladó el estilo lírico, bello y profundo de su obra poética a esta narración para jóvenes con excelentes resultados. El protagonista es Alem, de padre etíope y madre eritrea, que vive en sus carnes la guerra entre ambos países y por ello la discriminación racial fruto de la misma. Con la intención de poner a salvo a su hijo, el padre de Alem usa como excusa unas vacaciones en Inglaterra para abandonar allí al chico y dejarlo a la suerte del gobierno británico. Con la ayuda de personas que trabajan en el ámbito social, Alem puede reconstruir su vida en el seno de una familia local. La vida de Alem es, desde ese momento, agridulce, puesto que no puede dejar de lado su vida a salvo y volver a África. Es por ello que, tristemente, debe aceptar que no volverá con sus padres. Uno no puede resumir los múltiples valores y lecciones que este libro aporta, pero sí recomendarlo como imprescindible para entender los problemas del mundo en el que nos ha tocado vivir y superarlos de la mejor manera posible. Siendo personas maduras y cabales.
Marie-Aude Murial es una de las escritoras francesas más prolíficas de la actualidad. El campo de la literatura juvenil debe mucho a esta escritora durante las últimas décadas, y un buen ejemplo de ello es “¡Oh, oh!”. El sentido del humor está presente en toda la obra, y aumenta el atractivo de una narración que en su trasfondo es seria y muy actual. Tres medios hermanos, Simeón, Morgan y Venise, pierden a sus padres e iniciarán juntos una aventura para encontrar un hogar de adopción. Por vicisitudes del destino, su nueva familia la forman dos medios hermanos de ellos también, Barthélémy y Josiane. Las peculiaridades y excentridades de estos cinco personajes permiten analizar temáticas de notable profundidad como la pérdida de la familia tradicional, las nuevas familias, el amor, la amistad y la condición sexual. El estilo es simple y directo, lo cual añade realismo sin restar ápices de profunidad a este bello relato.
Pocos son los cuentos infantiles ambientados en la Prehistoria. Una excepción de “Ug: el pequeño genio de la Edad de Piedra”, de Raymond Briggs. A través de este relato el autor introduce ideas y reflexiones muy útiles tanto para niños como para adultos, pensamientos que darán qué pensar a más de uno. Ug es un niño cuya mentalidad parece pertenecer a una época muy posterior a la que le toca vivir: la Edad de Piedra. Ug idea inventos tan variopintos como la rueda o los barcos, y sugiere actividades como cocinar a los cocinarlos, sin que ninguno de ello prospere. La culpa de ello la tienen los adultos de su entorno, quienes no entienden para qué sirve todo ello y lo critican. Ug verá así reprimida su creatividad y sus herramientas de prosperidad se verán condenadas al olvido… Algo que tristemente ha sucedido reiteradamente a lo largo de la Historia y en todas las épocas. Y es que debemos de dejar de lado los prejuicios y abrazar cualquier idea que nos permita progresar y mejorarnos. Dar la bienvenida al progreso sin condiciones, una filosofía que le permitió a este libro ser finalista del Premio Nestlé.
“Dodo se casa” es una entrega de la celebérrima saga “El mundo de Lottie”, de la alemana (adoptada estadounidense) Petra Mathers. Los habituales personajes como Lottie el pollo, Herbie el pato y Dodo, una ave alemana, son acompañados por un nuevo individuo casi protagonista para la ocasión: el ave marina Vince. Éste es realmente un piloto de aviación del cual Dodo se enamora. A pesar de que la premisa y las ilustraciones, adorables y divertidas de la propia Mathers, invitan a un cuento cálido y sencillo, la trama adquiere profundiad a través de la psicología de Vince. Y es que él perdió una pata en una misión y se ha vuelto huraño, difícil de tratar y de comportamiento variable. Eso no quita que, en el fondo, sea una bellísima persona, la que Dodo quiere resucitar y por la que quiere luchar. Así es como sucede, pues la unión ayuda a Vince y ambos se casan, saliendo la luz del sol incluso en los momentos más difíciles. Ese es el mensaje a captar por los pequeños lectores y que hacen merecer la pena esta obra.
Los quebraderos de cabeza que un niño pequeño puede llegar a dar no se los imagina uno antes de ser padre o hermano mayor. Es por ello que no se suele estar preparado para contrarrestar los deseos del crío y encauzar su comportamiento. En “Nunca jamás comeré tomates”, como su título indica, Lauren Child habla del tema de la comida. Juan batalla de todas las maneras para que su hermana pequeña, Tolola, acceda y se coma una cena variada. Juan piensa que no puede salir siempre con la suya y rechazar, por ejemplo, las verduras. Para alcanzar tal fin, Juan utiliza el ingenio y crea expectativas a Tolola, quien acaba imaginando que la comida viene de un lugar muy especial y le aportará muchos nutrientes. Desde guisantes groenlandeses hasta zanahorias de Júpiter, pasando por puré del Monte Fuji. El libro, como obra, además es el paradigma del equilibrio entre el texto y las ilustraciones, atractivo por ambas partes. Una historia que puede ayudar a los niños a aprender la importancia de una dieta diversa y a los padres trucos para enseñarlos, y que bien mereció la Medalla Kate Greenaway.
La archiconocida Ana Maria Machado, posiblemente la autora infantil más célebre de Brasil, irrumpió por enésima vez entre los niños lectores con este cuento de tintes medievales que versa sobre la búsqueda de la felicidad en la infancia. El protagonista es el pequeño príncipe Ricardo, quien no alcanza la plena felicidad porque no tiene un caballo. Posee juguetes y casi todo lo que pueda desear, excepto un compañero equino. De esta forma, el título del cuento sirve como lema del príncipe, quien tras clamar “Mi reino por un caballo” recibe visitas de caballos de todo tipo, reales y de juguete. Como niño que es, empieza a cumplir su sueño con uno de juguete, ayudando a los desfavorecidos, viviendo aventuras y salvando a los que están en peligro. Sus buenas intenciones acaban calando en su padre, el rey, el cual aprecia todo lo que Ricardo ha hecho y le regala un caballo de verdad. Machado nos habla esta vez sobre la compleja psicología infantil de cara a ser felices, pues unas veces cuesta mucho y otras se consigue con poco.
Sonya Hartnett es el paradigma de escritora de literatura juvenil de Australia premiada y reconocida, además de admirada y exitosa comercialmente. La clave, como la de muchos escritores best-seller, es la narración de realidades con las que nos podemos identificar introduciendo algún elemento particularmente atractivo. Pero se torna esencial el que el lector se vea reflejado en los personajes del cuento. Así sucede con “Hijo del jueves”, título que esta novela debe a Tin, niño que nace ese día de la semana y que dará muchos quebraderos de cabeza a su familia en general y particularmente a su hermana Harper Flute. La época a la que Hartnett nos transporta es la Gran Depresión de los años 30, y como ésta se vivió en el medio rural australiano en el seno de familias pobres agrícolas. Tin sobrevive a una avalancha de barro pero tras ello se obsesiona con lo subterráneo, y empezará a construir túneles bajo su casa y a habitarlos. Su fascinación se intensifica y Tin crea un laberinto que será su hogar, y del cual nunca jamás saldrá salvo para saludar muy esporádicamente a su hermana. La forma en que esto se entrelaza con las penurias y otros sucesos realistas permitieron a Hartnett obtener el Guardian Children’s Fiction Prize y más adelante el Astrid Lindgren Memorial Award.
La Medalla Carnegie de 1999 premió a Aidan Chambers y su profundidad a la hora de ofrecernos relatos que, por la pasión con que están escritos, beben de la propia experiencia del autor. Y es que Chambers, antes de dedicarse a la literatura, fue monje y maestro. “Postales desde tierra de nadie” se construye a través de dos tramas argumentales que poco a poco van convergiendo. Por un lado, el protagonista es Jacob, adolescente que decide indagar en el pasado de su abuelo visitando los Países Bajos y a una señora mayor llamada Geertrui que conoció a su ascendiente. Por otro lado, Geertrui es la protagonista y la narración se sitúa décadas atrás. La novela permite reflexionar sobre aspectos de la sociedad que se dan por sentados, como la aparente libertad que resulta no ser tanta porque hay aspectos mal vistos por los demás. Y otros temas controvertidos como la ambigüedad moral, la condición sexual, el adulterio y la eutanasia. Como vemos, “Postales desde tierra de nadie” alberga todos los ingredientes para justificar la aclamación y galardondes recibidos.
Desde el punto de vista puramente artístico, “La madre tatuada” es una obra tremendamente original, tanto por la forma de narrar de Jacqueline Wilson como por el uso inteligente de recursos en las ilustraciones por parte de Nick Sharratt, como el incrustar el texto en los tatuajes de la madre. Las protagonistas son Dolphin y Star, dos niñas cuya madre es mentalmente inestable y con la que deben convivir día tras día sin predecir su comportamiento. Unos días su madre, llamada Marigold, se entrega por completo y es muy divertidad mientras que otros, no da palo al agua y las hijas deben tomar las riendas de la familia para salir adelante. Esta desestructuración provoca que las niñas maduren a la fuerza. Aunque también es diferente la manera en que cada una afronta la problemática. Star, por un lado, es cínica y tajante con su madre; por otro lado, Dolphin sabe sacar lo mejor de Marigold y exprimir los días buenos. Es el contrapunto que realmente necesita la familia para no irse a pique. Wilson nos muestra lecciones compasivas sin caer en el sentimentalismo, y entendiendo que esta desgarradora historia muestra una circunstancia desafortunadamente común.
La literatura infantil en muchas ocasiones es objeto de crítica por mostrar de forma verdaderamente cruda una situación realista, sin tener en consideración al tipo de público que va dirigido. Cierto es que tampoco hay que dulcificar en exceso pero, como siempre, en el equilibrio está el éxito. Con esta fórmula es con la que el autor Christopher Paul Curtis ganó Medalla Newbery en el año 2000. “Me llamo Bud, no Buddy” tiene por protagonista a un huérfano llamado Bud. La forma de ser de Bud, el uso del sentido del humor sin desvirtuar el argumento, y el trato realista de un huérfano no mostrando pena o condescencia, hará que el lector disfrute de este estupendo relato como si fuese una novela de aventuras. La cantidad de información que esta obra contiene en sus páginas es admirable: retrato de la Gran Depresión, descripción de la vida en crisis, cultura del pueblo afroamericano, disección de la música jazz, denuncia del racismo, paisaje del interior de Estados Unidos… Todo, absolutamente todo, tiene cabida en esta oda a la libertad en la que Bud se escapa del orfanato para buscar a un padre que nunca llegó a conocer.