Es curioso encontrar novelas que engrandezcan otras manifestaciones artísticas. “Correr el telón” es una de ellas. La autora, Pamela Brown, también emprendió una carrera teatral desde pequeña, y su amor por los escenarios lo plasmó a través de su saga literaria de “El teatro Puerta Azul”. La primera entrega es “Correr el telón”, y cuenta cómo las ganas y la pasión por algo pueden mover montañas. Un grupo de jóvenes quiere dedicarse al teatro, pero no disponen ni del espacio ni los medios para ello. Con tesón, reformarán un edificio para crear una sede en la que dedicarse a lo que más le gusta. Los diferentes personajes representan también distintas vertientes teatrales: humor, drama, malabarismo… Aunque más adelante sus caminos se separen, todos saben que en el Puerta Azul tienen un hogar, y un lugar al que regresar para sentirse bien. Esto también es una metáfora de las motivaciones de la vida, de la importancia del trabajo en equipo y del esfuerzo recompensado. Porque, al fin y al cabo, todos pertenecemos a una compañía de teatro y debemos representar diferentes papeles.
Este maravilloso libro de P. D. Eastman está repleto de perros en situaciones de lo más variopintas. No existe una trama única. Muchos perros de distintas razas disfrutan de vivencias extravagantes pero a la vez muy humanas. El texto es monosilábico principalmente, lo que ofrece un ritmo repetido y rimado. Se considera una obra perfecta como vínculo entre los cuentos contados a los niños y los leídos por ellos mismos. Además de los perros, un factor común son los distintos tipos de vehículos en los que aparecen. La sencillez y diversidad le aportan magia a esta obra.