La novela escandinava siempre suele ser un escaparate de realismo y crudeza, prefiriendo mostrar reflexiones adultas antes que edulcorar las obras. Sobre todo si éstas van dirigidas a un público adolescente, es decir, a lectores que pronto tendrán que lidiar con los grandes problemas de la vida. “Mi amigo de una sola pierna y yo” es una tierna historia sobre la enfermedad y la muerte. Ambientada en Laponia, el bello paisaje helado de esta región hace que aumente la distancia entre los hogares, y por ello es difícil hacer vida fuera de casa y entablar una vida social. Ykä, el protagonista, no desaprovecha la oportunidad de tener un gran amigo cuando conoce a un chico que le falta una pierna y padece una enfermedad terminal. El vínculo que los une se hace fuerte, y ambos apartarán su soledad para hacer su amistad eterna. A la muerte del amigo, Ykä sufre como nunca lo había hecho en su vida pero, a su vez, se multiplican sus ganas de vivir. Éste es el efecto que tienen los acontecimientos más dramáticos en nuestras vidas, y Anna-Liisa Haakana lo hace a la perfección insuflando al lector una dosis de esperanza.
Una de las obras cumbres de la literatura española es, sin lugar a dudas, “Platero y yo”. Su autor, Juan Ramón Jiménez, es uno de los pocos premiados con el Nobel de Literatura nacidos en España. El protagonista del libro es Platero, un burro que es descrito desde sus primeros pasos hasta que fallece. Platero se convierte en un vehículo para representar de forma poética ideales de pureza, transmitir emociones, reflexionar sobre la vida. Por ello es la obra más conocida del autor. Juan Ramón Jiménez supo reflejar cómo los burros fueron importantes en su vida, con los que compartió vivencias durante su infancia y más adelante. Platero es un compendio de todas estas criaturas, y una oda a la belleza, a la naturaleza y al hogar. Por otro lado, también es una crítica voraz de las injusticias y del sistema social de la España de principios del siglo XX. Un imprescindible de cualquier hogar de este país.
El protagonista de “Soy el pequeño yo” es un animal indefinible que no encuentra su lugar en el mundo a causa de que no sabe qué es realmente. Viaja para compararse con otros animales y, aunque tiene rasgos de unos y otros, no es como ninguno de ellos. En su periplo es tratado de muchas formas diferentes, causando grandes emociones en el animal a medida que su decepción por su crisis de identidad crece. Finalmente, se replantea la importancia de dicha pregunta y se responde a sí mismo: “¡Yo soy yo!”. Así, se hace hincapié en sentirse conectado con los demás pero sin perder la propia personalidad. Cada uno es como es, y debe quererse por ello. Mira Lobe lo explica muy bien en este fenomenal cuento, ilustrado atractivamente por Susi Weigel.