Al igual que sucede con Mike Mulligan y su excavadora, en este cuento de Virginia Lee Burton se muestra la humanización de un gran objeto o construcción. En este caso, como el nombre indica, se trata de una casa. Concretamente, es una pequeña casa situada en medio del campo, en Estados Unidos, y construida en el siglo XIX. De forma muy interesante, se muestra cómo la casa puede ver a sus dueños originales y a los niños jugar. Sin embargo, el tiempo pasa y los niños se van, el progreso hace que se construyan más infraestructuras y pronto se ve absorbida por una ciudad. Una lejana descendiente de los dueños originales la recompra, la traslada al campo y puede vivir de nuevo en un ambiente bucólico de paz y tranquilidad. De nuevo, es una crítica al progreso y a la suplantación de épocas históricas por otras venideras, así como una exaltación de la vida rural. Las ilustraciones son de llamativa acuarela.