La esperanza es lo último que se pierde. Esta célebre sentencia ilustra a la perfección “Huida a Canadá”, una novela de Barbara Smucker. La protagonista, Julilly, es vendida con doce años a una nueva plantación, además de ser arrancada de los brazos de su madre. Julilly sueña con poder escapar a un lugar donde la esclavitud no existe, y del que su madre le había hablado. Ese lugar no es ni más ni menos que Canadá. La autora se inspira en una organización secreta que se encargaba de llevar esclavos desde el sur de Estados Unidos hasta el vecino del norte: la Underground Railway. Julilly aprovecha el momento preciso para iniciar la ansiada huida junto a su amiga Liza. El viaje no es fácil, y ambas están a punto de ser apresadas de nuevo. Esta tensión será transmitida al lector, quien deseará la libertad para las niñas tanto como ellas mismas. La edición original iba acompañada de un mapa que demuestra la longitud de la travesía emprendida por las dos protagonistas, aumentando en el lector la empatía por este entrañable libro.
No son habituales las novelas históricas juveniles de siglos atrás. “La alondra y el laurel” transcurre en la Inglaterra medieval, a finales del siglo XV, en plena Guerra de las Dos Rosas. Barbara Willard abrió con este libro una saga de ficción histórica conocida como “Mantlemass”, y que se caracteriza por remarcar el papel de la mujer en una sociedad en la que aparentemente no tenía tanto poder. Toda la serie presenta personajes femeninos muy carismáticos, y un buen ejemplo son Elizabeth y Cecily, de esta primera entrega. Cecily, quien ha sido criada con todo lujo en Londres, es obligada a vivir en el campo con su tía Elizabeth mientras que su padre se fuga a Francia para evitar ser juzgado por la guerra. Cecily es inicialmente reacia al estilo de vida rural, pero su tía sabrá inculcarle sentido común y valores de integridad e independencia. Así, la joven protagonista dejará de lado los detalles superficiales para valorar más la vida de las personas. El relato está aderezado por el enamoramiento de Cecily y el temor de que sea separada de su chico en pos de un matrimonio de conveniencia. Un excelente ejercicio de evocación medieval en la Inglaterra de los Tudor.
Los cuentos de espantapájaros resultan a menudo muy cómicos y anárquicos. Esto sucede con “Worzel Gummidge”, aunque el libro va mucho más allá del sentido del humor de estas figuras. Los diez libros que componen la saga se ambientan en la campiña inglesa y están protagonizados por espantapájaros hechos de remolacha y paja. John y Susan, dos jóvenes venidos de la ciudad, son protagonistas de excepción de la locura que se inicia con los espantapájaros. Estos espantapájaros tienen su propio dialecto, su propia forma de hablar, un comportamiento alocado y ninguna vergüenza a la hora de criticar la forma de ser de los adultos. Barbara Euphan Todd se sirve de esta figura para crear un curioso caos ordenado repleto de situaciones divertidas que al final se resuelven. La autora pretende alabar la vida rural e indagar en el conflicto que se produce entre diferentes mentalidades, y para ello emplea el humor y los juegos de palabras, lo cual convierte a “Worzel Gummidge” en una lectura más que recomendable.
“Chanticleer y el zorro” es una adaptación de uno de los “Cuentos de Canterbury”. El relato original, titulado “Cuento del capellán de monjas”, es reescrito por la genial Barbara Cooney e ilustrado con la técnica del esgrafiado, dando lugar a una magnífica fábula más adaptada para un público infantil. La historia de Cooney , por la cual ganó la Medalla Caldecott en 1959, deja de lado las intrigas más adultas y la narración al estilo medieval, y cuenta cómo una viuda vive en una granja junto a sus hijas criando animales. Los verdaderos protagonistas, como en otras fábulas, son dichos animales. Concretamente Chanticleer, un gallo al que todos adoran y que conquista a la bonita gallina Pertelote. No obstante, la vanidad de Chanticleer y sus ganas de ser adulado le juegan una mala pasada, pues se deja embaucar por un zorro y éste lo secuestra. El gallo consigue volver a la granja pero lo hace con los pies en el suelo y sabiendo que no debe fiarse de nadie que utilice su punto débil para aprovecharse de él.
Aunque los protagonistas de la historia creada por Martin Waddell y Barbara Firth son osos, perfectamente podrían ser personas, pues se muestra una relación padre-hijo conmovedora. El osito no puede dormir porque tiene mucho miedo a la oscuridad de la cueva en la que se refugian. Papá oso intenta tranquilizarlo trayendo cada vez candiles y luces que aportan más iluminación, pero el osito sigue teniendo miedo. El padre se desvela por hacer a su hijo sentirse protegido y no desespera en ningún momento. Cuando parece que no hay solución, ambos deciden salir juntos de la cueva, y el padre le dice que para iluminarle le ha traído la luna, hermosa en ese momento. Además de la relación entre un padre y su hijo, uno de los temas más interesantes tratados en “¿No duermes, osito?” es cómo los niños confían ciegamente en los adultos, especialmente en sus padres, y la importancia durante la infancia de sentirse correspondido y protegido en este sentido. Por tanto, también tiene un mensaje moral para los padres.
“El hombre del carro de bueyes” es una oda a la vida rural norteamericana del siglo XIX. En esta historia se describe el devenir de una familia en la que padres e hijos trabajan con tal de salir adelante. La importancia de respetar los ciclos de cultivo, las labores del campo y el autoabastecimiento sirven para mostrar cómo nuestros antepasados vivían anclados en una rutina de supervivencia sin dejar de tener una vida satisfactoria. Aunque a priori esto no parezca divertido, a los niños les encanta adivinar qué va a pasar a continuación, en la siguiente estación del año. La previsibilidad del argumento les hará sonreír cada vez que lo adivinen. Además, simultáneamente se les inculcan valores de trabajo, convivencia y esfuerzo. El autor Donald Hall se inspiró en un poema propio para desarrollar esta historia, y se asoció con la artista Barbara Cooney para incorporar ilustraciones sencillas pero cargadas de información.